Leyendo

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miércoles, 20 de abril de 2016

Nunca he buscado la felicidad. ¿Quién necesita la felicidad? Yo he buscado el placer.

En este libro un joven consigue el sueño de la eterna juventud. Será un retrato suyo pintado en un lienzo por un artista amigo quien soportará el paso de los años de Dorian Gray; mientras más envejece el muchacho representado en el cuadro, más joven y atractivo aparece Dorian ante la sociedad. Pero el libro quiere mostrarnos que el paso de los años pesa en el alma del hombre, aunque su aspecto físico no lo represente. ¿Qué significa la inmortalidad para el ser humano? ¿Cómo gestionarla? ¿Qué podría hacer un hombre que tiene a su disposición todo el tiempo que desee? Cuando Dorian Gray se hace esta pregunta descubre que puede hacer absolutamente todo, tiene tiempo para hacerlo todo, hasta probar por los caminos del mal. De esta forma su retrato no sólo soportará el peso de sus años sino también la carga de su alma; y el lector asiste con repulsión a la progresiva pintura del mal materializándose en la imagen plástica del cuadro, que va transformándose con los años y con los horrores cometidos por el protagonista.
En este libro podemos encontrar muchas cuestiones acerca del mundo del arte, de la sociedad, de las relaciones personales y, sobre todo, del alma humana. El adulto podrá realizar una lectura agradable y rápida, pues es un libro sin complicaciones técnicas ni lingüísticas; y el adolescente curioso podrá disfrutar de una lectura que le proporcionará una historia muy interesante, muchas frases memorables y bastantes cuestiones para la reflexión.


Wilde, Oscar: El retrato de Dorian Gray. Barcelona, Edebé, 2003.
Reseña realizada por Mª José Rodríguez. Dept. de Lengua.

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