Leyendo

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jueves, 21 de abril de 2016

Hay tres maneras de actuar ante la vida: huir, ser espectador y comprometerse.

En mi larga vida de lector, prácticamente no tengo recuerdos de mí mismo sin tener un libro en las manos, La ciudad de la alegría ha sido uno de los que más huella ha dejado en mí. Es posible que en ello jugara un papel importante el que, junto con El nombre de la rosa (Umberto Eco), fuera unas mis primeras lecturas “adultas”.
Esta novela nace de los dos años que su autor pasó en la ciudad de Calcuta a la que llegó en su Rolls-Royce para documentarse de cara a escribir la obra que después título Esta noche, la libertad. El descubrimiento de la pobreza en la que vivía sumida la mayoría de la población india marcaría profundamente a Lapierre y más aún lo haría el descubrir el trabajo de la madre Teresa del Calcuta, que dedicaba las horas de sus largos días a recoger a los leprosos moribundos de las aceras de la ciudad y a atenderlos hasta que sanaban o morían.
En Calcuta Lapierre conoció a fondo la vida en los slum (barrios de chabolas) a los que describió como “el infierno en la tierra”. El título de la novela es precisamente el nombre de uno de esos slum. Allí vive la familia Pal, al frente de la cual está el padre (Hasari Pal) que luchará por sacar adelante a su familia trabajando como rickshaw wallah (lit. caballo-humano), y allí se afanan por mejorar la vida de los marginados un cura católico francés llamado Paul Lambert y médico estadounidense llamado Max Loeb.
Además de disfrutar con el estilo literario de un autor de gran maestría, formado en la vieja escuela que cuidaba exquisitamente las reglas de la buena escritura, el relato es estremecedor; sumerge al lector en un mundo de miserias, de precariedad, de injusticias pero también de una generosidad sin límite… y (¿sorprendentemente?)… de intensa alegría.
El autor destinó gran parte de las ganancias obtenidas con la venta del libro y muchas de las conferencias sobre su estancia en la India a mejorar las condiciones de vida de los marginados de la India. Así manifestó su compromiso con la realidad sobre la que escribe, asimilando el proverbio indio del que ha hecho su lema vital: “Todo lo que no se da, se pierde
Dos apuntes finales:
Quizá alguno de vosotros conozca la película del mismo título que protagonizaron en 1992 Patrick Swayze, Pauline Collins y Om Puri a la que puso una magnífica banda sonora de Ennio Morricone. La película no es realmente una adaptación” sino la narración de la misma historia con las exigencias propias del lenguaje “cinematográfico” lo que ofrece un resultado diferente al texto escrito pero que no desluce en absoluto su calidad, lo que la convierte también en una buena recomendación.
D. Lapierre formó tándem literario durante muchos años con Larry Collins y juntos escribieron novelas basadas en grandes acontecimientos históricos del siglo XX como la presencia nazi en París en 1944 (¿Arde París?), los orígenes del actual conflicto israelí-palestino tras la salidas de la tropas británicas de Jerusalén (Esta noche, la libertad y Oh, Jerusalén) o los peligros de la bomba atómica (El quinto jinete y ¿Arde Nueva York?).


Lapierre, Dominique: La ciudad de la alegría. Barcelona, Planeta, 2010.
Reseña realizada por José Manuel Galán. Dpt. de Filosofía.

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